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Opinión & Crítica

OPINIÓN | Créelo o no: las críticas a la libertad de expresión en EEUU tienen su origen en la prensa

Varios periodistas siguen expresando su temor de que la Primera Enmienda suponga un peligro si no se emiten controles

A London newspaper rack holding several international newspapers
A London newspaper rack holding several international newspapers | Shutterstock

Abril 24, 2022 12:08pm

Updated: Febrero 19, 2023 9:47am

Cuando el sitio web de extrema derecha Infowars fue prohibido por las plataformas tecnológicas en 2018, los principales medios de comunicación no salieron en defensa de su fundador Alex Jones, quien fue calificado como un teórico de la conspiración.

Dos años más tarde, estos medios de comunicación tuvieron la misma respuesta cuando las grandes tecnológicas impusieron otra prohibición, esta vez al New York Post, uno de los periódicos más antiguos y consolidados de Estados Unidos.

En octubre de 2020, Facebook suprimió una historia del Post sobre la computadora portátil y los negocios del hijo del presidente Joe Biden, Hunter. Twitter también bloqueó a los usuarios para que no compartieran o leyeran la historia, y bloqueó la cuenta principal del Post en Twitter. Ambos gigantes tecnológicos afirmaron que las medidas eran para evitar la difusión de información errónea.

Destacados medios de comunicación como The New York Times ignoraron la historia de Hunter Biden o pusieron en duda su autenticidad, aunque informaron de inmediato sobre la carta pública, actualmente desacreditada, de 51 exfuncionarios de inteligencia que desestimaron el reporte del Post y lo calificaron como una desinformación de origen ruso.

La creciente aceptación por parte de los medios de comunicación de la censura a la prensa por parte de las grandes empresas tecnológicas entre 2018 y 2020 pone de manifiesto una tendencia que se está intensificando: los pilares del establishment de los medios dominantes que durante mucho tiempo han defendido la Primera Enmienda, ahora expresan posiciones ambivalentes, e incluso hostiles, frente al flujo libre de información.

La oferta de Elon Musk para comprar Twitter puso de relieve esta tendencia la semana pasada.

El columnista del Washington Post Max Boot, por ejemplo, mostró su preocupación por el hecho de que la adquisición de Twitter por parte de Musk supusiera una amenaza existencial para la democracia. "Parece que [Musk] cree que en las redes sociales todo vale. Para que la democracia sobreviva, necesitamos más moderación de contenidos, no menos", escribió.

La presentadora de la MSNBC Katy Tur expresó una preocupación similar sobre la misión declarada por Musk de hacer de Twitter un espacio para la libertad de expresión, e incluso comentó que hay "consecuencias reales y devastadoras", las cuales "alteran la vida y el mundo" al dejar que la gente "mienta" y "se desboque" en Twitter.

Axios también evaluó el "nivel de amenaza" de Musk como el de una "bestia muy peligrosa".

El presentador de la CNBC Jim Cramer mencionó a través de Twitter que la Comisión de Valores y Bolsa, la cual tiene autoridad gubernamental sobre la oferta pública de adquisición de Musk, está "mutilando" al organismo.

A su vez, el corresponsal de la CBS Vladimir Duthiers describió a Musk como "un villano de Bond en la actualidad", al considerar que su compra inicial con una participación mayoritaria en Twitter, previo a su intención de adquirir toda la compañía era un "movimiento clásico llevado a cabo por un villano de Bond".

El columnista senior de Bloomberg Opinion, Timothy O'Brien, también publicó una editorial en la que sostiene que la inversión de Musk en Twitter "podría ser una mala noticia para la libertad de expresión".

Musk se ha descrito a sí mismo como un "absolutista de la libertad de expresión" y ha arremetido contra Twitter por censurar contenidos, e incluso aseveró que deseaba implementar cambios para que la plataforma sea más favorable a la libertad de expresión.

"En caso de duda, deja que el discurso se manifieste. Si se trata de una zona gris, yo diría que hay que dejar que la publicación permanezca. Queremos ser muy reacios a borrar cosas y cautelosos con las prohibiciones permanentes. Mi fuerte sentido intuitivo me dice que tener una plataforma pública de máxima confianza y ampliamente inclusiva es extremadamente importante para el futuro de nuestra civilización", explicó Musk recientemente en la conferencia TED2022 en Vancouver, Columbia Británica.

A pesar de los comentarios de Musk, el corresponsal de la CNN Brian Stelter expresó su "temor" ante la posibilidad de que el multimillonario tomara el control de Twitter y lo calificó de "troll".

Varios periodistas también advirtieron que gran parte del establishment mediático y los usuarios liberales abandonarían Twitter si Musk compraba la red social e implementaba su visión de la libertad de expresión.

La preocupación por la oferta de Musk para adquirir Twitter también se hizo patente en la industria del entretenimiento, y llegó al programa "Saturday Night Live" de la NBC, cuyos contenidos sátira dependen de la libertad de expresión para tener éxito.

"Elon Musk ofreció comprar Twitter por más de 40,000 millones de dólares para poder flexibilizar sus normas de libertad de expresión. Eso es lo mucho que los blancos quieren usar la 'palabra con n'", ironizó el miembro del reparto Michael Che.

Este aparente malestar con la apertura del flujo de información que sienten quienes se ganan la vida con la difusión de información parece dar impulso a un fenómeno que comenzó hace años.

Los medios de comunicación estuvieron en gran medida ausentes en la defensa de la exreportera de la CBS (y presentadora de podcast en Just the News) Sharyl Attkisson después de que denunciara que el Departamento de Justicia de la administración Obama espió su casa y sus dispositivos electrónicos para hallar quién le filtraba información para una serie de reportajes de investigación.

Los principales medios de comunicación también guardaron silencio cuando los demócratas de la Cámara de Representantes, liderados por el congresista Adam Schiff (California), citaron y publicaron los registros telefónicos del editor jefe de Just the News, John Solomon, en 2019 como parte de su intento de impugnar al entonces presidente Donald Trump.

"El cuerpo de prensa también podría notar que los objetivos del señor Schiff incluyen a uno de los suyos: el señor Solomon, quien hasta hace poco era columnista en The Hill y cuyos informes llamaron la atención sobre la participación de Ucrania en las elecciones de 2016. ¿Cómo es relevante el rastro de información del señor Solomon para este juicio político? Los medios de comunicación suelen condenar a los funcionarios del gobierno que utilizan la vigilancia para rastrear e intimidar a los medios de comunicación, pero aquí están apoyando al señor Schiff", escribió entonces el consejo editorial del Wall Street Journal.

Actualmente, varios medios de comunicación parecen estar a favor de que las grandes empresas tecnológicas cierren arbitrariamente la llamada "desinformación", incluso si eso significa afectar la libertad de prensa.

En 2016, por ejemplo, el consejo editorial del New York Times resaltó que empresas "como Facebook y Google" permiten que "las noticias falsas se compartan casi instantáneamente con millones de usuarios" y deben bloquearlas más rápidamente.

Desde entonces, el Times ha defendido en repetidas ocasiones que las grandes empresas bloqueen la desinformación, incluidos los mensajes de figuras públicas como Trump.

El mes pasado, sin embargo, el consejo editorial del periódico pareció dar marcha atrás y consideró que la gente debería tener el derecho a expresar posiciones "impopulares" sin que se "cierre el discurso público".

Apenas tres semanas después, la presentadora del podcast del New York Times Kara Swisher, una experimentada reportera de tecnología, se opuso a la idea de que Twitter se dedique a la censura bajo el argumento de que la plataforma suspende o prohíbe ciertos perfiles mediante la "moderación de contenidos", un aparente apoyo a la posibilidad de que las plataformas deben vigilar los contenidos.

Alrededor de la mitad de los estadounidenses obtienen al menos algunas de sus noticias de las plataformas de medios sociales, según el Pew Research Center.

Los esfuerzos de las grandes empresas tecnológicas por controlar los contenidos en busca de desinformación, especialmente en relación con la COVID-19 y las elecciones de 2020, no sólo han sido aplaudidos por las principales voces de los medios de comunicación del establishment, sino que también han contado con la ayuda del gobierno.

Recientemente, el Departamento de Seguridad Nacional publicó un "Boletín de Asesoramiento sobre Terrorismo Nacional", en el que se analizaba cómo las "teorías conspirativas", las "narrativas engañosas" y la desinformación pueden alimentar el terrorismo extranjero y nacional.

El boletín citó "narrativas falsas o engañosas en relación con el fraude electoral generalizado sin fundamento y la COVID-19" en línea como "factores clave que contribuyen al actual entorno de amenaza intensificada".

En 2018, algunos miembros conservadores de los medios de comunicación advirtieron que las grandes plataformas de medios sociales que prohibieron Infowars, poco después de que el sitio solicitara la protección de bancarrota del capítulo 11, podrían conducir a una tendencia de mayor censura. Otros periodistas calificaron esos temores como "exagerados".

Sea o no un punto de inflexión, los medios de comunicación del establishment expresan actualmente una sorprendente indiferencia ante las crecientes restricciones a la libertad de prensa.