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Opinión & Crítica

¿Estados Unidos o China?: quién es el mejor socio para Latinoamérica

La expansión económica de China en América Latina, particularmente en países como Brasil, Venezuela y México, ha redefinido las relaciones comerciales y geopolíticas en la región

Economía
El presidente Donald Trump y su homólogo Xi Jinping | Shutterstock

Mayo 24, 2025 6:56pm

Updated: Mayo 24, 2025 6:56pm

En las últimas semanas, América Latina protagonizó un reacomodo geopolítico significativo. Países como Colombia, Chile y Brasil están intensificando sus vínculos con China, en un intento por diversificar sus alianzas económicas y dejar atrás el histórico apoyo de Estados Unidos.

El 13 de mayo de 2025, los presidentes de estos tres países participaron en el IV Foro Ministerial China-CELAC, realizado en Pekín, donde discutieron propuestas de cooperación en áreas clave como infraestructura, comercio y tecnología. Este encuentro marcó un hito en la diplomacia regional, reforzando el papel de China como socio estratégico en el hemisferio.

Colombia formalizó su adhesión a la Iniciativa de la Ruta de la Seda, el ambicioso proyecto global de infraestructura liderado por China. De esta manera, el país busca atraer inversiones en sectores como energía eólica, vehículos eléctricos e inteligencia artificial; además, solicitó su ingreso al Banco de Desarrollo de los BRICS, con la intención de financiar un canal o ferrocarril de 120 kilómetros que conecte las costas atlántica y pacífica, una de las principales promesas del actual gobierno colombiano.

Chile, por su parte, continúa consolidando su relación con China, que se mantiene como su principal socio comercial. Durante el foro, el mandatario Gabriel Boric sostuvo que "es el momento para dar un salto de calidad en la vinculación económica con China" en el que es esencial "que se resguarden los principios del respeto mutuo y el reconocimiento de las particularidades de cada nación y sus estados de derecho".

Mientras que Brasil reafirmó su vínculo con China, su principal socio comercial desde hace más de una década, cuando desplazó a Estados Unidos. Para el presidente Lula da Silva, resulta estratégico proyectar una política exterior “autónoma y diversa”. El Gobierno brasileño aspira a que China, además de adquirir grandes volúmenes de soja, algodón y otras materias primas, incremente sus inversiones, respalde el programa de neoindustrialización, aporte transferencia tecnológica y se convierta en un aliado estratégico en la transición energética del país.

Este giro hacia Asia, y en particular hacia China, refleja un cambio en las prioridades comerciales de varios países latinoamericanos, pero también plantea interrogantes sobre las implicaciones políticas de acercarse a un régimen autoritario con claros intereses estratégicos. En este escenario de nuevas alianzas, la pregunta sigue abierta: ¿Quién es realmente el mejor socio para América Latina: Estados Unidos o China?

¿Cómo le ha ido a los países que han entrado a la Ruta de la Seda?

Un informe publicado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) pone en duda los beneficios económicos de sumarse a la Ruta de la Sed. Según el estudio, los países de América Latina que se han adherido a esta iniciativa han tenido un crecimiento económico en promedio 0,86 puntos porcentuales menor en los años posteriores a su ingreso.

ANIF también advierte que no se observan mejoras claras en la balanza comercial con China ni aumentos significativos en las exportaciones, mientras que sí se incrementan los niveles de endeudamiento externo. El informe también llama la atención sobre la falta de transparencia en los contratos con entidades chinas y el riesgo de comprometer soberanía en sectores estratégicos.

Evaluando este panorama, entramos a evaluar las balanzas comerciales que tienen los principales países de América latina con China y Estados Unidos.

Colombia

En el primer trimestre de 2025, las exportaciones colombianas a China cayeron un 22,2% en valor y un 62% en volumen físico en comparación con el mismo periodo de 2024. Esta caída no solo afecta a las estadísticas comerciales, sino que también revela un debilitamiento de la relación bilateral. China, que alguna vez fue un destino clave para las materias primas colombianas, ahora solo representa el 4,2% de las exportaciones totales del país. Por el contrario, socios como Estados Unidos y Panamá representan el 30,1% y el 7,8% respectivamente, consolidando la pérdida de relevancia del mercado chino para Colombia.

Estados Unidos también fue el mayor inversionista extranjero en Colombia durante 2024, con US$5.508 millones, representando el 38% del total de IED. Esto evidencia la relevancia y el peso que mantiene el país norteamericano en la dinámica de inversión del país. Además, se consolidó como el principal origen de capital extranjero en Colombia, seguido por España (US$ 2.793 millones, +24,7%),Panamá (US$ 1.199 millones, +860,4%), Suiza (US$ 575 millones, -50,5%) e Inglaterra (US$ 571 millones, -58,1%), según datos de la Cámara de comercio Colombo Americana.

Brasil

Brasil consolidó su relación económica con China, que en 2024 se convirtió como su principal socio comercial, concentrando el 28% de sus exportaciones. Este vínculo se basa en su mayoría en materias primas como la soja (con 74 millones de toneladas exportadas, más del 70% de las importaciones chinas de este producto) y minerales.

Sin embargo, esta dependencia ha demostrado ser riesgosa. En mayo de 2025, tras la detección de gripe aviar en una granja brasileña, China impuso una prohibición temporal a las importaciones de carne de pollo, afectando al sector cárnico.

Las inversiones chinas en Brasil sumaron USD 73,3 mil millones entre 2007 y 2023, enfocadas en energía y transporte, aunque no exentas de polémica. En enero de 2025, se denunció que trabajadores chinos en una planta de BYD en Bahía sufrían condiciones laborales precarias, incluyendo jornadas extenuantes y retención de pasaportes.

En contraste, la relación con Estados Unidos muestra un perfil más diversificado. Este es el segundo destino de las exportaciones brasileñas, con un valor récord de USD 29,4 mil millones en 2024, un aumento del 10,3% respecto al año anterior. Esta expansión se ha dado principalmente en bienes industriales, productos agrícolas y del sector extractivo. 

Venezuela

No se puede hablar del papel de China en América Latina sin mencionar a Venezuela. Desde el inicio de las sanciones impuestas por Estados Unidos, el régimen de Nicolás Maduro ha encontrado en Pekín un salvavidas económico.

China no solo ha mantenido su comercio petrolero con Venezuela, sorteando las sanciones con discreción, sino que ha concedido préstamos e inversión en sectores estratégicos como minería, telecomunicaciones y energía. En la práctica, China ha sido el pulmón financiero que ha permitido al chavismo sobrevivir.

En 2024 el comercio bilateral entre Venezuela y China alcanzó los 6.400 millones de dólares, con exportaciones venezolanas por aproximadamente 1.600 millones de dólares, centradas principalmente en petróleo crudo, productos químicos orgánicos y mineral de hierro. Pese a este volumen comercial, la realidad es que desde 2020 no ha llegado ni una sola gran inversión nueva y el país aún mantiene una deuda considerable con el gigante asiático.

México

México se ha consolidado como un actor clave en la industria manufacturera regional gracias al T-MEC, el acuerdo que regula el comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, que ha incentivado el traslado de operaciones de empresas estadounidenses al país. 

En 2024, el comercio bilateral entre ambos países alcanzó un récord de 840 mil millones de dólares, posicionando a México como su principal socio comercial. Este dinamismo ha beneficiado sectores como el automotriz, la electrónica y la manufactura avanzada, fortaleciendo cadenas de valor integradas y generando empleo en distintas regiones del país.

¿Estados Unidos o China?

La expansión económica de China en América Latina, particularmente en países como Brasil, Venezuela y México, ha redefinido las relaciones comerciales y geopolíticas en la región. 

China proporciona financiamiento sin demasiadas condiciones políticas, acceso a un mercado de rápido crecimiento y promesas de desarrollo acelerado. Pero esta relación suele estar basada en exportaciones de bajo valor agregado.

Estados Unidos, por su parte, ofrece acceso a cadenas de valor más complejas, inversiones en sectores industriales y tecnológicos, y un marco institucional más predecible, aunque también exige mayores estándares en términos laborales, ambientales y de gobernanza.

Al final la pregunta no debería ser elegir entre Estados Unidos o China, sino cómo los países latinoamericanos pueden diseñar una estrategia para desarrollar una economía más diversificada, competitiva y sostenible.