Terrorismo
Hezbollah, el terrorismo islámico y su red criminal en América Latina
Hezbollah obtiene ganancias de cientos de millones de dólares anualmente por su accionar criminal en América Latina. Sin embargo, la mayor parte de sus ingresos proviene de su promotor, el régimen islámico de Irán.
Noviembre 5, 2021 10:38am
Updated: Noviembre 5, 2021 6:05pm
Emanuele Ottolenghi, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias, presentó el informe “Hezbollah y la convergencia del crimen organizado transnacional”. El experto analizó este jueves, en la conferencia “La Triple Frontera desde una perspectiva americana”, organizada por la Fundación de Investigación en Inteligencia Financiera, cómo opera el grupo extremista libanés en la frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay, conocida como Triple Frontera, así como en otros países
de la región.
Entre las actividades ilícitas de Hezbollah en América Latina están el tráfico de drogas y armas, el lavado de dinero y la cooperación con el crimen organizado, incluidos los cárteles de la droga. Los recursos obtenidos les permiten financiar actividades militares y terroristas en el Líbano y Siria.
Las actividades en esta región le generan ganancias de cientos de millones de dólares anualmente. La mayor contribución, sin embargo, proviene de las arcas del régimen iraní que es el principal promotor de esa agrupación terrorista: “La carta fundacional de Hezbollah declara lealtad absoluta al líder supremo de Irán”,
recordó el investigador italiano.
Ottolenghi agregó: “La aspiración de la revolución islámica de Irán no es solo cambiar a la sociedad, sino también exportarla. Irán decide iniciarla en el Líbano y luego exportarla. Hezbollah es una creación de Irán. Se supone que hasta el 70% de los recursos de Hezbollah de cada año llegan desde Irán”.
El experto explicó la estructura de Hezbollah: "En la cumbre se encuentran miembros del clero religioso chiita. También funcionan gracias a vínculos no formales, vínculos de sangre, familiares, de
clan, y son vínculos que se mezclan con la pertenencia a una identidad religiosa, nacional, ideológica. Son muchos niveles que se interceptan y se tocan".
En la última década la organización terrorista incrementó su presencia e influencia en América Latina. Tras los atentados perpetrados en Argentina (1992 y 1994) y en Panamá (1994), los extremistas redoblaron sus esfuerzos para tejer una sofisticada red criminal de lavado de dinero y terrorismo, en convergencia con el
crimen organizado local de la Triple Frontera.
La organización terrorista busca infiltrar a las comunidades de la diáspora libanesa en todo el mundo “para construir redes de lavado” y así mantener su lealtad y apoyo concreto. “Las inversiones incluyen dinero para mezquitas, escuelas, centros culturales, movimientos de jóvenes y asociaciones de beneficencia, entre otros”, dijo el experto.
Adicionalmente, el movimiento extremista “envía clérigos, instructores y maestros para liderar las instituciones que financia, garantizando el adoctrinamiento de las comunidades y su continua lealtad”. Así establece redes globales de cooperación y coordinación donde los clérigos desempeñan funciones de liderazgo religioso, político e ideológico y fomentan el “reclutamiento de miembros de la diáspora para devenir en agentes y milicianos en el Líbano”.
El informe elaborado por Ottolenghi expuso los vínculos familiares que se han extendido gracias a una amplia red de contactos transnacionales entre agentes que operan en Brasil, Paraguay, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela. “En el caso de Venezuela, Hezbollah no opera en un ambiente de impunidad
como en la Triple Frontera, opera en un ambiente donde el régimen es un estrecho aliado. Pero la Triple Frontera como es un lugar más desarrollado económicamente, hace a la zona ideal para los tráficos ilícitos. Venezuela tiene una función más estratégica, militar, es un puerto de entrada de agentes, un centro ideológico de propaganda y otras cuestiones”, indicó el experto.
Las sanciones de los Estados Unidos tienen una capacidad limitada. Si bien bloquean el acceso al sistema financiero, a los bienes y a los activos que posean en este país, no tocan sus operaciones en otros lugares.
En cuanto a la acción contra el crimen organizado en la Triple Frontera, por parte de las autoridades brasileñas, paraguayas y argentinas, esta ha sido deficiente, principalmente por motivos “políticos”, dijo el experto. Incluso, Brasil nunca designó a Hezbollah como grupo terrorista, algo que sí hicieron en los
últimos años Argentina y Paraguay, concluyó Ottolenghi.