Unos 44.000 animales muertos tras el descarrilamiento de tren en Ohio

Las autoridades de protección ambiental del estado de Ohio calculan que casi 44.000 peces y animales han muerto en tres semanas después de que el 3 de febrero un tren cargado de materiales peligrosos se descarrilara en el este de Palestina.

Las cifras publicadas el jueves por el Departamento de Recursos Naturales de Ohio (ODNR) indican que más de 43.700 especies de animales y peces perecieron en un radio de ocho kilómetros alrededor del vertido químico tóxico.

Las autoridades medioambientales calculan que 38.222 peces y unas 5.550 especies de otro tipo (peces, cangrejos de río y anfibios) murieron inmediatamente después del descarrilamiento de materiales peligrosos. 

No obstante, afirman que no han observado ninguna otra muerte de animales salvajes en las vías fluviales que desembocan en el río Ohio y que ninguna de las especies muertas estaba amenazada o en peligro de extinción.

"No hemos visto señales de peces en peligro desde entonces", declaró en rueda de prensa Mary Mertz, Directora del ODNR. 

El descarrilamiento de un tren cargado de productos químicos el 6 de febrero en Ohio causó graves daños medioambientales debido a la liberación de compuestos químicos que han provocado que unas 5.000 personas hayan sido evacuadas de sus hogares y no puedan regresar debido a la contaminación del agua y la destrucción de ganado y cultivos.

Los expertos ambientales advierten repetidamente de los riesgos del transporte de productos químicos por ferrocarril. En caso de descarrilamiento o colisión, los escenarios catastróficos para el medio ambiente son casi irremediables. 

Según la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA), entre las sustancias químicas tóxicas liberadas al aire, el agua y el suelo tras el descarrilamiento de materiales peligrosos figuran el cloruro de vinilo, el acrilato de butilo, el acrilato de etilhexilo, el éter monobutílico de etilenglicol y el isobutileno.

Los residentes se han quejado de problemas de salud, como dolores de cabeza, náuseas y ardor en la boca, y muchos son escépticos sobre las evaluaciones de la EPA y la ODNR de que la calidad del aire, el agua y el suelo es segura.