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Cultura

Amir Valle: “El aporte de la diáspora a la cultura cubana es una proeza de resistencia”

El escritor, uno de los autores de policíacos más exitosos de su generación, hace casi veinte años fue víctima de la furia del régimen de Fidel Castro, que lo desterró y dispersó a su familia

Escritor cubano Amir Valle
Escritor cubano Amir Valle | Cortesía del entrevistado

Enero 17, 2023 10:14am

Updated: Febrero 6, 2023 1:29pm

El 6 de enero de 2023, día en que cumplió 56 años, el periodista, crítico y escritor cubano Amir Valle celebró en redes sociales la salida de otra reedición en alemán de su serie de novelas negras El descenso a los infiernos. También anunció la próxima aparición de libros suyos en árabe y en italiano, y una nueva novela que terminó el año anterior. “Siento que este 2023 me dará muchas más sorpresas”, comentó, y agradeció a su familia por sostenerlo y a los amigos y lectores que lo “premian con su fidelidad”.

Valle vive en Berlín, en exilio involuntario, desde que el régimen de La Habana le prohibió, en octubre de 2005, regresar de Europa, donde se encontraba por cuestiones de trabajo. El escritor, nacido en Guantánamo, y uno de los autores de policíacos más exitosos de su generación, hace casi veinte años fue víctima de la furia del régimen de Fidel Castro, que lo desterró y dispersó a su familia.

“Fue particularmente duro: viajaba con mi esposa y nuestros hijos, de 4 y 16 años, habían quedado en Cuba, a cargo de la familia”, rememora Amir Valle, en una entrevista exclusiva con ADN América.

“El primer impacto del destierro es emocional: sientes que te han arrebatado un espacio que creías tuyo”, dice desde la capital alemana, donde dirige OtroLunes-Revista Hispanoamericana de Cultura.

Para él fue un “doloroso momento”, porque “en ese espacio arrancado de cuajo confluyen lo material (tu casa, tu barrio, los sitios donde te formaste, etc.), lo espiritual (las vivencias, las memorias, las marcas que en tu espíritu dejan tu paso por la vida en esos sitios) y lo sentimental (tu familia, tus amigos, el entorno humano y cultural)”.

Lo segundo que le afectó fue que se vio “forzado a la ilegalidad sin querer serlo, a ser un ꞌapátridaꞌ que ese país que visitabas no tiene que acoger, a sobrevivir en circunstancias legales absolutamente irregulares en un entorno ajeno donde, además, tienes que vencer una norma que debería avergonzar a muchos países receptores de emigración: supuestamente cada país debe tener un sistema de leyes, instituciones y comportamientos humanitarios que ayuden al emigrante a hacer menos traumática la inserción legal en ese país al que emigra, pero eso en la realidad no suele ser tan ideal”.

El autor subraya que el suyo no fue un caso típico: “Cuando el régimen impidió mi regreso tuve que permanecer por tres meses en España. Yo era una figura conocida en el mundo de la cultura europea; y apenas se supo de mi situación irregular, un grupo de instituciones españolas, alemanas e internacionales se confabularon para garantizar mi legalidad en Europa mientras duraba el proceso de reclamación para regresar a Cuba, que duró casi dos años, sin respuestas”.

Durante ese tiempo Valle estuvo en España amparado por su editora y fue jurado en premios literarios internacionales, dio entrevistas en la radio y la televisión, participó en conferencias en universidades. Al terminar su estancia legal en ese país, la Fundación Heinrich Böll, organización alemana para escritores extranjeros con dificultades políticas en sus países de origen, le concedió una beca. Luego, el capítulo alemán del PEN Club Internacional le ofreció una beca literaria de tres años.

Arrojado al exilio forzoso, el novelista aprovechó el reconocimiento internacional que había ganado, así como sus relaciones con escritores y editores, para reclamar al régimen que permitiera salir a sus hijos.

“Luego de mi amenaza con hacer un ꞌcaso Eliánꞌ al revés, de una carta con todos los detalles de estas violaciones enviada a Premios Nobel de Literatura que apoyaban a la mal llamada ꞌRevolución Cubanaꞌ, y gracias finalmente a la intervención personal de Gabriel García Márquez, se autorizó la salida de mi hijo menor de Cuba. El mayor, con otras peripecias menos ꞌintelectualesꞌ, salió un año después”.

Se considera un “privilegiado” por las condiciones en que ocurrió su destierro. “Nunca estuve desamparado (…), esa no es la norma cuando emigras por tu propia decisión o cuando te destierran. Sumemos a eso que ya en 2007 tuve la tranquilidad de tener a mis dos hijos en Berlín”, explica.

Para Valle, asilado finalmente en Alemania, en su “bienestar espiritual en el destierro confluyó, además, el cumplimiento de un sueño: siempre aspiré a que los escritores cubanos hiciéramos lo mismo que mis colegas latinoamericanos: vivían a caballo entre sus países y otros, hacían sus maestrías y doctorados en universidades europeas o norteamericanas, seguían publicando en sus países y llevaban una vida intelectual compartida entre escenarios del mundo”.

Aunque no pudo regresar a Cuba, y a pesar de que sus libros y su nombre siguen prohibidos allá, le reconforta, según dice, haber “viajado el mundo gracias a mis libros publicados en las más grandes editoriales” de los idiomas más hablados. Además, cumplió sueños que creía “imposibles en Cuba”: fundar una editorial, Ilíada Ediciones, y tener su propia revista literaria.

“Me convertí en el ciudadano del mundo que soñaba ser mientras viví en Cuba”, dice Amir Valle.

Sobre los funcionarios de instituciones culturales cubanas que han sido cómplices del régimen para aplicar los destierros forzosos como una estrategia de control de intelectuales y disidentes, Amir Valle opina:

“Lo más triste es que las circunstancias anormales de la cultura cubana te obligan a aceptar que tus colegas, tus compañeros de generación, e incluso tus amigos se conviertan en tus verdugos en algún momento. Hay que decir algo alto y claro: en Cuba, en casi todos los terrenos y específicamente en el periodismo y la cultura que son las áreas que conozco, el represor es siempre alguien a quien has considerado de los tuyos, a quien incluso has respetado por su contribución artística, y casi siempre alguien con quien has compartido complicidades y retos en buena parte de tu carrera”.

El ganador de los premios internacionales de novela “Mario Vargas Llosa” (2006) y “Rodolfo Walsh” (2007), recuerda que “fue muy traumático” cuando en 1988 “un editor cubano, gran amigo, me pidió que no le presentara jamás oficialmente una novela que él tanto había elogiado en privado, porque ꞌme pondrás en la disyuntiva de colocarme el traje de censor y tener que decirte que noꞌ. De pronto, hasta uno puede sentirse culpable de fastidiarle la vida a un amigo por haber escrito algo ꞌconflictivoꞌ. Lo mismo sucede con algunos funcionarios del Ministerio de Cultura que me conocían, teníamos excelentes relaciones humanas, y de la noche a la mañana se confabularon con los comisarios culturales que, en contubernio con el poder, la policía política y sobre todo con pasión y ensañamiento, decidieron mi destierro”.

Lejos de poner fin a esta práctica, las autoridades cubanas la han extendido en los últimos años. Entre 2015 y 2019, al menos 39 disidentes fueron desterrados forzosamente, según un informe de cuatro relatores de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En los últimos meses, tras las históricas manifestaciones antigubernamentales ocurridas en julio de 2021, muchos cubanos recibieron el ultimátum: “exilio o cárcel”.

El autor de “Las palabras y los muertos” y “Habana Babilonia” opina que desterrar “es parte de la propia naturaleza de esa dictadura, que se refugia ante la crítica internacional diciendo que ꞌCuba tiene otro concepto sobre esos derechosꞌ y achaca su decisión a la necesidad de combatir una supuesta confabulación universal para destruir 'la Revolución'”.

De acuerdo con Amir Valle esta “es una técnica muy útil al discurso falsario de la diplomacia cubana desde que Fidel Castro, en las narices de los hombres más poderosos del mundo y sin que ninguno le replicara nunca, repitió una y otra vez que el concepto de Derechos Humanos de la Revolución Cubana no era el concepto que el mundo entero había acordado como norma internacional. Desde entonces somos reos de esa mentira ante los ojos cómplices de las naciones libres y democráticas, y de las instituciones y organismos internacionales”.

Para el escritor, “el mayor problema es de ese mundo libre que, ahogado por las leyes de la diplomacia de lo políticamente correcto, le da espacio de credibilidad en foros y organismos internacionales a países como Cuba que violan descaradamente muchos de esos derechos”.

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- Usted ha dicho: “la diáspora cultural cubana es una de las más grandes proezas de resistencia”. ¿El destierro ha fortalecido su identidad cubana o lo ha distanciado?

“El amplísimo aporte de la diáspora a la cultura cubana es, sin dudas, una proeza de resistencia. Han tenido que imponer su presencia, su calidad y ganar prestigio enfrentando obstáculos enormes: por un lado, la decisión del régimen de imponer la idea de que los emigrados ya no son parte de la cultura cubana porque supuestamente perdieron sus raíces y 'traicionaron' a su nación, y por otro lado, la idea existente en el mundo editorial, académico e intelectual internacional de que los cubanos que salen de la isla no pueden hablar a nombre de la nación, de sus raíces, de su cultura, del 'glamour' que muchos ingenuos o nostálgicos siguen viendo en la Revolución Cubana, y como si no bastara, mucho menos criticar al 'proyecto cubano' porque se largaron y no conocen en carne propia ꞌel sacrificio del pueblo cubano en la lucha por defender las conquistas de la Revoluciónꞌ”.

Ahora, Valle se siente “más capaz de entender Cuba que cuando estaba en la isla”, donde “debido a la falta de información, a la desinformación oficial y al baño diario de medias verdades y mentiras del régimen, el cubano va por la vida como caballos con orejeras, que solo ven por donde caminan”.

El narrador opina que “el destierro es también enriquecimiento y, para un escritor, para un artista, es una oportunidad única de probarse en un escenario más abierto y menos complaciente que el de su tierra natal. Es la oportunidad de demostrar la valía propia en ese terreno más abierto, plural y, por ello, más difícil y genuino, que es el territorio de la lengua española”.

Amir Valle recuerda que, hace unos años, en una entrevista que concedió al escritor Ángel Santiesteban, “expliqué que el desarraigo, la pérdida de contacto con las raíces, ha sido un mecanismo de control utilizado por los comisarios culturales para que nuestros colegas crean que salir de la isla es morirse como creador. Dije allí que, si no bastara el ejemplo de Miami y de Estados Unidos, donde cientos de escritores, artistas, intelectuales cubanos han desarrollado carreras importantes -ya no sólo para Cuba, sino también en el ámbito internacional-, un salto a España, a Canadá, a Italia o aquí, a Alemania, bastaría para echar por tierra esa creencia. Si vas a ser escritor, si vas a ser artista, lo serás en Cuba, aupado por las instituciones que el régimen ha creado para ello; lo serás en un país donde no recibirás ayuda porque a ninguna institución le importa lo que hagas salvo para venderlo como mercancía y cobrarte impuestos por ello; lo serás en otros países capitalistas donde sí existen mecenas culturales, o lo serás en medio del desierto. Y en los días que vivimos eso es aún más fácil, gracias a la comunicabilidad y al poderoso realce de la individualidad creativa que ofrecen las tecnologías”.

- ¿En qué condiciones le gustaría regresar a la isla?

“Muchos colegas, amigos y fieles seguidores, increíblemente en serio (pensé que era broma hasta que me escribieron jurándome que lo opinaban sinceramente), me han sugerido regresar como un posible presidente, el día que Cuba se abra a la democracia. La política jamás me ha interesado, así que de esa idea solamente tomo el orgullo que es para mí saber que algunos me tienen en tan alta estima como para creer que yo cuento con el suficiente prestigio y que pueda tener la capacidad de intentar sacar a nuestro país de esas catacumbas de miseria en que hoy se encuentra. Y fíjate que comento esto porque, en cualquier caso, ya no coloco mi regreso a Cuba como una opción personal, sino como un deber ciudadano. Es decir, que aunque ya mi vida está enrumbada y consolidada fuera de la isla, y aunque aquel es cada vez menos el país que conocí y que me formó, mi regreso a Cuba se producirá únicamente si entiendo que lo que he logrado, ganado, construido en estos casi 20 años de destierro puede ser beneficioso para la reconstrucción de ese futuro mejor que merecemos todos los cubanos, y si puedo contribuir a esa reconstrucción, ahí estaré, aunque sea con mis últimas fuerzas, porque la verdad es que, al menos por lo que sucede hoy en Cuba en todos los ámbitos, no soy nada optimista de haya un cambio en los próximos años”.

- Ha subrayado en varias entrevistas la relevancia de ser “coherente”. ¿Deberían los artistas cubanos, dentro y fuera de la isla, denunciar las arbitrariedades del régimen, como es el caso del destierro de sus críticos?

“El destierro es una de las tantas armas del régimen contra quienes se le oponen, y a quienes consideran peligrosos, pues no la usan con todo el mundo. Otra de las armas es mantener a los artistas e intelectuales desunidos, y en eso son muy sutiles. Han logrado donde uno no se imagina. Y obviamente, al tratarse de creadores, una de las estrategias más efectivas, es la de alimentar los egos, enfrentar los egos. Nadie tiene idea de la cantidad de agentes del gobierno que, tanto en la isla como en el exilio, se dedican a fomentar esa división. Me queda muy clara esa sucia estrategia, y por eso hace tiempo decidí vivir como un lobo solitario, lejos de capillas, grupitos, financiamientos que unifican incluso a quienes se detestan por creerse elegidos de tal o más cuál tendencia. Sé de esa estrategia porque fue una aclaración que me hizo el oficial de la policía política que 'me atendía' en La Habana, en uno de los encuentros que me obligaron a tener con ellos por mi libro Habana Babilonia sobre la prostitución en Cuba […]: 'a esos guanajos de Miami y España que se creen que tienen a Dios cogido por las barbas, les activamos dos o tres de nuestra gente, muchos por cierto son tus amigos, escritores como tú, y los ponemos a fajar cuando nos dé la gana. Aquí los galleros somos nosotros'”.

Amir Valle cree que “los escritores, artistas, intelectuales cubanos, vivan donde vivan, deberían denunciar esa arbitrariedad del destierro, y muchas otras arbitrariedades”. Pero muchas veces no ocurre.

“La realidad es triste y quizás suene dura, pero quiero ser sincero: en la isla es bochornoso el silencio de todos apostando por no ser ellos la próxima víctima, y eso hace natural la docilidad e incluso la complicidad de la gran mayoría que, tristemente, siguen repitiendo el discurso oficialista de que no quieren para Cuba ꞌlos males que imperan en el capitalismoꞌ, como si no estuvieran viviendo ya en un Capitalismo Militar de Estado que ha hundido a los cubanos en peores miserias”, afirma.

“Entretanto, fuera de la isla, la inmensa mayoría calla por miedo al largo brazo de la dictadura; otros se ensañan en quienes callan asumiendo poses de guerreros y exigiendo a los de adentro lo que ellos jamás hicieron; otros muchos llenan sus arcas a costa de las miserias generadas por la dictadura, y otros, justo es reconocerlo, se han desilusionado tanto de esas guerritas absurdas entre cubanos que han renunciado incluso a leer noticias sobre Cuba. Por suerte, en ambas orillas hay un pequeño grupo de hombres que cargan con toda la dignidad y la coherencia que escasea tanto, allá en la isla y acá en la diáspora”.