Derechos Humanos
¿Quién es el cardenal Zen y por qué China le teme a este sacerdote nonagenario?
Las autoridades de Hong Kong detuvieron e interrogaron al cardenal católico de 90 años, quien es un crítico abierto del Partido Comunista Chino
Mayo 14, 2022 11:06am
Updated: Mayo 16, 2022 2:10pm
El miércoles, las autoridades de Hong Kong detuvieron e interrogaron al cardenal católico Joseph Zen Ze-kiun, un crítico abierto del Partido Comunista Chino (PCC) alineado con los activistas prodemocráticos.
Zen fue liberado bajo fianza, pero el incidente ha puesto el tema de la libertad religiosa en China en el punto de mira de los activistas de derechos humanos, observadores y los católicos del mundo. Pero, ¿quién es el cardenal Zen?
Zen, exobispo adjunto de Hong Kong, ha sido un defensor de la libertad religiosa, la democracia y los derechos humanos. Nació en Shanghai, China, pero huyó a Hong Kong tras el ascenso del PCC.
Tras ser nombrado obispo en 2002, dirigió la diócesis para oponerse a las leyes antisubversivas que amenazaban los derechos civiles y luchó por mantener al gobierno de Hong Kong fuera de las escuelas católicas. El papa Benedicto XVI lo elevó al Colegio Cardenalicio en 2006.
Zen continued pro-democracy work after retiring as bishop in 2009. He personally addressed protesters in 2014 and helped run the 612 Humanitarian Relief Fund, which provided legal aid to those who had participated in the 2020 protests. Before his arrest, the cardinal was the last pro-democracy icon that remained untouched by pro-Beijing authorities.
Zen continuó su labor a favor de la democracia tras retirarse como obispo en 2009. Se dirigió personalmente a los manifestantes en 2014 y ayudó a dirigir el Fondo de Ayuda Humanitaria 612, el cual proporcionó ayuda legal a quienes habían participado en las protestas de 2020. Antes de su detención, el cardenal era el último icono prodemocrático que permanecía intacto ante las autoridades pro-Pekín.
Dentro de la Iglesia, Zen es conocido por oponerse a la iniciativa del Vaticano para volver a relacionarse con China bajo el papa Francisco.
Bajo el comunismo, los católicos chinos están divididos entre una iglesia clandestina que es leal al Vaticano y la Asociación Patriótica Católica, la cual es patrocinada por el Estado.
En septiembre de 2018, el Vaticano firmó un acuerdo con China, según el cual reconocería a los obispos chinos nombrados por Pekín -algunos sin la aprobación del Vaticano- a cambio de poder opinar sobre los futuros obispos.
El Vaticano defendió la medida como una forma de entablar un diálogo directo con China sobre el papel de la Iglesia en ese país, pero Zen la criticó, al considerar que se trataba de una concesión al PCC.
"Están [enviando] el rebaño a la boca de los lobos. Es una traición increíble", acusó entonces.
La relación con el Vaticano ha sido tensa desde entonces. En septiembre de 2020, Zen viajó a Roma para instar a Francisco a nombrar un obispo de Hong Kong que "pudiera ser de confianza para el pueblo", pero se le negó una audiencia.
Esto fue más o menos al mismo tiempo que también se negó una audiencia con Francisco al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo después de escribir un ensayo en la revista católica First Things en el cual criticaba el acuerdo chino-vaticano de 2018, mismo que consideró que legitima las continuas medidas represivas del régimen contra la religión, incluido su genocidio contra los musulmanes uigures en Xinjiang, una cuestión sobre la que el Vaticano se ha mantenido callado.
"La Santa Sede ha conocido con preocupación la noticia de la detención del cardenal Zen y sigue con extrema atención el desarrollo de la situación", reaccionó el Vaticano tras la captura de Zen en un comunicado.
Sin embargo, la gélida relación entre Zen y el Vaticano respecto a China ha llevado a algunos a acusar a Roma de capitular ante Pekín.
The Wall Street Journal calificó la declaración como una "débil respuesta que no da crédito a la Iglesia católica ni al papa Francisco, quien debería renunciar al pacto fáustico del Vaticano con Pekín".
"¿Cuánto es demasiado? Los chinos saben ahora que pueden detener a un príncipe de la Iglesia, confiscar su pasaporte y retenerlo durante unas horas para interrogarlo, sin provocar la ira manifiesta del Vaticano", escribió Christopher R Altieri en The Catholic World Report.