Cultura
El día que Celia Cruz salió de Cuba y jamás pudo regresar
La cantante cubana fue vetada por el régimen de Castro en 1960 y tiempo después se convertiría en símbolo de la tierra a la que nunca pudo regresar
Julio 15, 2024 4:45pm
Updated: Julio 16, 2024 9:08am
Fue justo un 15 de julio de 1960 cuando la emblemática cantante cubana Celia Cruz viera a su madre por última vez en La Habana. Aunque ese día la artista le prometiera a su progenitora que regresaría a Cuba tras una gira por México, nunca más lo hizo. Tampoco volvió a abrazar a la mujer que la trajo al mundo.
Unas presentaciones de la Sonora Matancera, agrupación con la que viajaría a suelo azteca, cambió la vida de la “Guarachera del Mundo”, pero ese viernes ella no lo sabía todavía. Tenía entonces 35 años.
Al cerrarse la puerta del avión, también se cerró la posibilidad de regresar a la tierra que la vio crecer y destacarse entre los demás artistas de la isla. Desde ese momento, la artista no volvió a ser la misma, y así lo contó en su autobiografía y en cuanta entrevista le hicieran.
Un día antes, el 14 de julio de 1960, Rogelio Martínez, director de la agrupación, la había llamado para confirmarle que en veinticuatro horas saldrían rumbo a México, que alistase maletas y todo lo necesario para el viaje.
Celia había conseguido un contrato en La Terraza Cassino, mientras que la Sonora Matancera, uno en el Teatro Lírico. Los contratos eran importantes, pues les aseguraban shows de varios meses en ese país, donde la popularidad de su música crecía cada día más.
La mejor opción era salir, pues aunque ya eran famosos, en Cuba la realidad era cada vez más compleja. Los artistas estaban bajo la estricta mirada de la dictadura de Fidel Castro y se veían obligados a cantar a favor del régimen, algo que ni Celia ni sus compañeros estaban dispuestos a hacer, según recogen los artículos del momento, y su página web.
Antes de julio, Cruz había enfrentado duras situaciones. Don Simón, su padre, estaba muy delicado de salud, y su madre, a quien llamaba de cariño Ollita, había sido diagnosticada de cáncer, algo que afectaba tremendamente a la cantante por la estrecha relación de ambas, lo que ella misma resumió en estas líneas: “Ollita me sabía querer como soy. Me dio mis alas y aunque sabía que abandonaría su nido, nunca me pidió que me sacrificara por ella”.
En octubre de ese mismo año la situación política en la isla se radicalizó y el régimen encabezado por Castro no permitía disidencias ni críticas, algo que mantiene hasta hoy con más crudeza y violencia. La artista lo viviría en carne propia.
Junto con la fama de Celia, también creció su postura radical contra la dictadura. Entonces le impidieron su retorno a la isla y la negativa para que la cantante volviera a tocar tierra cubana fue un claro mensaje del control absoluto del régimen sobre cualquier forma de oposición.
A lo largo de su exilio forzado, la Reina de la Salsa se convirtió en un símbolo de la resistencia y la lucha por una Cuba libre.
Entre las grandes anécdotas que recuerdan la añoranza por su isla, está una visita a la Base Naval estadounidense en Guantánamo. En un acto cargado de simbolismo, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz, su nombre real, se agachó y recogió un puñado de tierra cubana en sus manos para llevarse un pedazo de su patria, de acuerdo a las narraciones de la época.
A lo largo de su vida, la intérprete de éxitos como Bemba colorá y La negra tiene tumbao expresó en reiteradas ocasiones su dolor por no poder regresar a Cuba, ni siquiera para enterrar a su madre. El régimen no solo la exilió físicamente, sino que intentó borrar su legado cultural dentro del país, prohibiendo escuchar su música y negando hasta su existencia y su peculiar grito de ¡Azuuucarrr! .
En la actualidad Celia Cruz es un símbolo de la lucha por la liberación de Cuba de la dictadura que la oprime. Sus canciones y su indiscutible carisma perduran a través de los años y la reconocen como una de las cubanas más universales.