Salud
OMS declara adicción a los videojuegos como enfermedad mental
Se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente que puede ser en línea o fuera de línea, explica la CIE-11
Febrero 14, 2022 4:23pm
Updated: Febrero 15, 2022 5:19pm
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció este viernes la adicción a los videojuegos como un desorden mental, el cual ya forma parte de su clasificación en vigor de este tipo de enfermedades.
En su undécima versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), la OMS agregó oficialmente la adicción a los videojuegos en la categoría de 'uso de sustancias o comportamientos adictivos', junto al trastorno por adicción a juegos de azar.
"La adicción a videojuegos se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente (a juegos digitales o videojuegos), que puede ser en línea (es decir, a través de Internet) o fuera de línea", explica la lista de enfermedades.
Entre los rasgos que distinguen a las personas con este trastorno, destacan tres: la falta de control sobre el juego, el aumento de esa prioridad sobre el resto de las actividades vitales, así como la continuación o intensificación del juego a pesar de las consecuencias negativas en una persona.
La OMS indicó que el patrón de juego compulsivo "puede ser continuo o episódico y recurrente", además de que puede ser resultado de la angustia o deterioro en ámbitos importantes, como el personal, familiar, social o educativo.
La entidad internacional reconoció además, el "uso peligroso de videojuegos" como uno de los factores que pueden influir en el estado de salud, tal como señala sobre el uso peligroso de algunas sustancias.
La inclusión de la adicción a los videojuegos en esta lista pretende mejorar las estadísticas sobre este padecimiento en el mundo, ya que los estudios actuales muestran cifras variables sobre su prevalencia, según El Financiero. Sin embargo, la ICD-11 codificó 1.6 millones de casos clínicos de este trastorno.
La nueva lista fue adoptada originalmente en la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2019, aunque los países miembros de la OMS planeaban empezar a utilizarla desde 2022. Desde entonces, los países que la adoptaron tempranamente recomendaron nuevas modificaciones para producir la versión publicada el viernes, señaló Europa Press.