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Política

Desprestigio del Congreso de Colombia: bajo rendimiento laboral y enorme apetencia salarial

El diario colombiano El Espectador presentó un informe en el que comparó dos periodos, el cuatrimestre de julio a noviembre de 2020 y el  mismo periodo pero en 2021, la investigación dejó constancia de que “ad portas” de 2022, el ritmo de trabajo en el Legislativo colombiano se vino abajo. 

Noviembre 11, 2021 1:47pm

Updated: Noviembre 11, 2021 1:47pm

La última legislatura del Congreso colombiano tradicionalmente es en la que menos se trabaja, así lo explicó El Espectador hace pocos días. Las razones responden a la inminencia de las elecciones. Los congresistas, senadores y representantes, que aspiran nuevamente a un escaño o que quieren postularse como candidatos presidenciales, se dedican a hacer campaña. 

Las directivas del Congreso usualmente organizan las sesiones de forma tal que conceden los espacios a los legisladores para que desarrollen sus actividades proselitistas. 

Por otra parte, la agenda del gobierno y los proyectos que radican los legisladores en este periodo no son de gran calado y, por lo mismo, en las pocas sesiones las iniciativas corren el riesgo de hundirse por falta de trámite. Estas situaciones han sido naturalizadas y normalizadas consecutivamente durante los segundos semestres de la última legislatura. Sin embargo, esta vez la laxitud legislativa comenzó con antelación y casi raya en lo escandaloso. 

Los números arrojan la disminución en sesiones y tiempos en las plenarias de ambas corporaciones. En el caso del Senado, en el periodo analizado en 2020 hubo 28 sesiones y un total de 169 horas y 42 minutos sesionados. En el mismo periodo para 2021, hubo 24 sesiones, lo alarmante son las horas trabajadas, apenas 89 horas. En la Cámara la situación es similar. El año pasado hubo 42 sesiones, este año se celebraron 32 en el mismo periodo de tiempo. Además, mientras que en la primera muestra hubo un trabajo total de 313 horas, este año bajó a 177 horas. 

Congresistas de diferentes partidos coincidieron al observar que se siente el rigor de la próxima contienda electoral, pero también indicaron que sesionar en la presencialidad hizo que no se pudiera tener jornadas tan extensas.

La disminución de hasta la mitad en los tiempos de trabajo, es un hecho contrastado. Incluso el tiempo trabajado disminuyó todavía más en la mayoría de comisiones, a excepción de la Comisión Segunda de la Cámara, que tuvo igual número de sesiones en 2020 y en 2021 y aumentó una hora su tiempo trabajado.

Asimismo, en este periodo de 2021, hubo menos comisiones registradas y muchas sesiones simplemente fueron convocadas para anunciar proyectos, las sesiones se terminaron en cuanto cumplieron con esa tarea.

Lo anterior contrasta con la intención del Congreso procurando mejorar sus propias condiciones sin escuchar a los ciudadanos. El Congreso  colombiano es una de las instituciones con la peor percepción y que genera mayor desconfianza y desprecio entre la mayoría de colombianos. Incluso, una encuesta de Invamer, en tiempo reciente, encontró que 87 de cada 100 colombianos tienen una mala imagen del Poder Legislativo. Apenas siete de cada 100 ciudadanos creen que esa institución está haciendo bien su trabajo. 

En medio del desprestigio, hace unas semanas hubo dos propuestas que resumieron la desconexión de los congresistas con los ciudadanos. El proyecto de ley 004 de 2021 buscó modificar la manera en que les pagan a los empleados públicos, congresistas incluidos, “con el fin de lograr resultados óptimos de gestión a través de sus servidores públicos, los cuales podrán ser recompensados con una remuneración extrasalarial adicional a la establecida en la ley”. Es decir: bonificaciones por buen desempeño laboral, explicó El Espectador en una editorial.

El diario indicó que ese proyecto tenía dos problemas: 1. La creación de un Sistema de Compensación Variable Salarial que permite a las entidades territoriales flexibilidad al momento de definir los ingresos de los empleados públicos, con lo cual abriría un boquete para la corrupción administrativa. 2. Abría la posibilidad de aumentar aún más el sueldo de los congresistas cuando el país atraviesa un periodo de austeridad y, adicionalmente, millones de colombianos se han expresado en las urnas a favor de reducir los ingresos de los congresistas. 

El Congreso de Colombia, recuerda El Espectador, es famoso por el ausentismo y por los congresistas que "solo calientan puestos" y que tienen recesos anuales de 120 días.

Esa institución que debe ser una de las garantes del equilibrio de poderes tiene escasamente 7% de favorabilidad entre los colombianos y sus miembros buscan aumentar los ingresos por “buen desempeño”.
"No es la primera vez, ni será la última, que veamos al Congreso intentando mejorar sus propias condiciones sin escuchar a los ciudadanos. Es frustrante porque, pese a la pérdida de legitimidad ante la opinión pública, es poco lo que cambia y el año electoral que se avecina promete ser similar a los anteriores. Una vergüenza para la democracia", afirmó El Espectador.

En 2020, un congresista recibía un salario de $32.741.000 pesos, para 2021 el salario tuvo un aumento de $1.676.000, es decir, un congresista recibe actualmente $34.417.000 pesos. El salario mínimo en Colombia es de $908.526 pesos más un auxilio de transporte de $106.454, es decir, $1.014.980 pesos colombianos. Con la tasa de cambio del 10 de noviembre, el salario mínimo en Colombia alcanza los 261 dólares mensuales (incluido el subsidio de transporte), y el salario de un congresista está alrededor de los 8.880 dólares.